La literatura latina en las inscripciones
Los autores latinos, principalmente Virgilio y Ovidio, aparecen en algunos grafitos e inscripciones y son ejemplo de la penetración de la literatura latina en los estratos más populares. En esta web se recogen dos ladrillos, uno procedente de la antigua ciudad de Itálica, en la actual provincia de Sevilla, y el otro procedente del actual término municipal de Aceuchal (Badajoz), en los que aparecen dos fragmentos de la Eneida de Virgilio:
Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris
Italiam fato profugus Laviniaque venit
(VERG., Aen., 1.1)
Interea medium Aeneas iam classe tenebat
(VERG., Aen., 5.1)
Estas dos inscripciones son muy diferentes porque están escritas en cursiva, la grafía de uso cotidiano, equivalente a nuestra minúscula, y no en letras capitales, que era el tipo de escritura empleado en los monumentos, como sucede en la actualidad con nuestras mayúsculas. Además, no se han escrito por encargo para honrar a algún individuo, sino por voluntad de las personas que quizá fabricaron estos ladrillos o que los utilizaron, antes de pasar por el horno para ser cocidos, para descansar unos minutos o simplemente matar el aburrimiento escribiendo unos versos de Virgilio que recordaban.
En ambos casos se trata del inicio de dos cantos de la Eneida, ya que antes como ahora es el fragmento inicial de cualquier poema o canción el que recordamos con más facilidad. Además, el autor del grafito omite el verbo final, “venit”, y no recuerda bien “Laviniaque” que reproduce como “lavinaque”, por lo que podemos aventurar que quizás ya no se acordase bien del final del verso.
Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris
Italiam fato profugus Laviniaque venit
(VERG., Aen., 1.1)
Interea medium Aeneas iam classe tenebat
(VERG., Aen., 5.1)
Estas dos inscripciones son muy diferentes porque están escritas en cursiva, la grafía de uso cotidiano, equivalente a nuestra minúscula, y no en letras capitales, que era el tipo de escritura empleado en los monumentos, como sucede en la actualidad con nuestras mayúsculas. Además, no se han escrito por encargo para honrar a algún individuo, sino por voluntad de las personas que quizá fabricaron estos ladrillos o que los utilizaron, antes de pasar por el horno para ser cocidos, para descansar unos minutos o simplemente matar el aburrimiento escribiendo unos versos de Virgilio que recordaban.
En ambos casos se trata del inicio de dos cantos de la Eneida, ya que antes como ahora es el fragmento inicial de cualquier poema o canción el que recordamos con más facilidad. Además, el autor del grafito omite el verbo final, “venit”, y no recuerda bien “Laviniaque” que reproduce como “lavinaque”, por lo que podemos aventurar que quizás ya no se acordase bien del final del verso.