Soportes epigráficos
Las inscripciones latinas que han llegado hasta nosotros se han conservado sobre diversos soportes que, en la mayoría de los casos, fueron concebidos para exhibirse en espacios públicos o privados. Aunque durante mucho tiempo la investigación epigráfica se ha centrado más en el estudio de los textos que en el de los soportes sobre los que estos se inscribían, en los últimos años se ha avanzado mucho en el estudio de los monumentos y su contexto de exhibición, sobre todo a partir de los trabajos de Giancarlo Susini y, más recientemente, de Di Stefano Manzella y Bonneville.
La primera clasificación que podemos hacer de los soportes epigráficos es a partir de la propia materialidad de estos: piedra, metal, cerámica... Sin embargo, esta clasificación no es muy eficaz, debido a que la mayoría de las inscripciones que han llegado hasta nosotros se han realizado en distintos tipos de piedra (mármol, granito, caliza, arenisca, etc.), por lo que resulta más apropiado clasificar los soportes epigráficos según su contexto original de exhibición, esto es, si formaban parte o estaban adosados a la estructura de una construcción o edificio (soportes arquitectónicos) o si, por el contrario, habían sido concebidos como monumentos independientes (soportes exentos).
Entre los soportes arquitectónicos se encuentran los bloques, columnas o dinteles que formaban parte de una construcción (por ejemplo un templo o un mausoleo funerario), pero también las lápidas y placas que se fijaban a la pared o se incrustaban en ella. En nuestra Galería 3D tienes un ejemplo de este tipo de soportes en el monumental dintel de Cartagena, que mide casi cuatro metros de largo por casi 60 cm. de altura y de grosor. Como ejemplos de lápidas que estuvieron adosadas a alguna construcción tienes la lápida honorífica a Nerón procedente de Emerita Augusta (Mérida, Badajoz), o las placas funerarias de Itálica (Santiponce, Sevilla) o Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz). La diferencia entre una lápida y una placa estriba en su tamaño y grosor, siendo las primeras más grandes y gruesas que las segundas.
La primera clasificación que podemos hacer de los soportes epigráficos es a partir de la propia materialidad de estos: piedra, metal, cerámica... Sin embargo, esta clasificación no es muy eficaz, debido a que la mayoría de las inscripciones que han llegado hasta nosotros se han realizado en distintos tipos de piedra (mármol, granito, caliza, arenisca, etc.), por lo que resulta más apropiado clasificar los soportes epigráficos según su contexto original de exhibición, esto es, si formaban parte o estaban adosados a la estructura de una construcción o edificio (soportes arquitectónicos) o si, por el contrario, habían sido concebidos como monumentos independientes (soportes exentos).
Entre los soportes arquitectónicos se encuentran los bloques, columnas o dinteles que formaban parte de una construcción (por ejemplo un templo o un mausoleo funerario), pero también las lápidas y placas que se fijaban a la pared o se incrustaban en ella. En nuestra Galería 3D tienes un ejemplo de este tipo de soportes en el monumental dintel de Cartagena, que mide casi cuatro metros de largo por casi 60 cm. de altura y de grosor. Como ejemplos de lápidas que estuvieron adosadas a alguna construcción tienes la lápida honorífica a Nerón procedente de Emerita Augusta (Mérida, Badajoz), o las placas funerarias de Itálica (Santiponce, Sevilla) o Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz). La diferencia entre una lápida y una placa estriba en su tamaño y grosor, siendo las primeras más grandes y gruesas que las segundas.