Introducción
Uno de los legados más importantes de la civilización romana es, precisamente, el alfabeto latino. Las letras que los latinos adoptaron de los etruscos fueron evolucionando desde finales del siglo VII a. C. hasta que, a finales de la República, habían alcanzado su plena evolución gráfica. Durante los primeros siglos del Imperio y, particularmente durante los reinados de Augusto y Trajano, las letras mayúsculas del alfabeto latino (llamadas letras capitales), se multiplicaron por los edificios públicos, tanto civiles como religiosos, como símbolo del poder de los emperadores. Los miembros más destacados de la sociedad romana también utilizaron las mismas letras en sus inscripciones funerarias, votivas y honoríficas. Incluso las personas con menos recursos económicos, pero que contaban con el suficiente dinero para recordar a un ser querido que acababa de fallecer, o necesitaban pedir algún favor a una divinidad, utilizaron el alfabeto latino en sus inscripciones funerarias y religiosas. Muchas de aquellas inscripciones se han perdido, pero millares de ellas han llegado hasta nuestros días y nos ofrecen un rico patrimonio de la cultura escrita de aquellos siglos.
Tras el largo periodo de la Edad Media, en el que el alfabeto latino fue transmitido en variantes gráficas más o menos alejadas de los cánones de la antigüedad romana, las letras geométricas del alfabeto latino trazadas durante los años finales de la República y los primeros siglos del Imperio, recuperaron toda su fuerza, gracias a la recuperación de aquellas "letras a la antigua", que fueron rápidamente asimiladas durante el Humanismo. Los reyes y príncipes europeos, así como los Papas del Renacimiento y del Barroco, supieron utilizar aquellas letras capitales para reforzar las bases ideológicas de su poder político y religioso. Ellos, como hicieron los romanos siglos antes, utilizaron las inscripciones como un vehículo más de la propaganda oficial.
Desde Europa, el alfabeto latino colonizó el Nuevo Mundo, así como las tierras de África, Asia y Oceanía. No hay un sólo continente que no tenga un edificio coronado por inscripciones labradas en el mismo alfabeto latino que utilizaron durante siglos, los romanos. Aún hoy en día la letra capital cuadrada que crearon los romanos es utilizada en construcciones públicas de países que no llegaron a formar parte del Imperio romano. Incluso la invención de la imprenta, cuyos primeros libros (los incunables) fueron realizados con tipos (letras) que evocaban la escritura gótica manuscrita, muy pronto terminaron por utilizar nuevos tipos que recuperaban la tradición humanística. Y hasta en nuestros ordenadores personales ha llegado la influencia de la antigua escritura gráfica latina, en tipos de letras (las llamadas fuentes) como la Times New Roman o la Trajan.